¿El contribuyente necesita o no un contador?
Del paquete económico para el 2022, como parte de la propuesta de la secretaria de hacienda, introdujo el nuevo régimen simplificado de confianza conocido como RESICO.
Con este nuevo régimen se busca facilitar el pago de impuestos para un número importante de contribuyentes en el país. Este nuevo régimen contempla impuestos sobre el ingreso bruto, donde no se permitirán deducciones, y consistirá en una tasa progresiva hasta llegar al 2.5 por ciento.
Para optar pertenecer a este nuevo régimen, el contribuyente debe tener un tope de ingresos anuales de hasta 3.5 millones de pesos. Según la secretaria de hacienda, con este nuevo régimen se beneficiaran más de 10 millones de contribuyentes. El límite para las personas morales es de 35 millones de pesos al año.
Se dice que para el nuevo régimen no se necesitara un contador o despacho contable. Como lo señala la propuesta, el procedimiento para realizar el pago de impuestos será tan simple que no será necesaria la intervención de asesor alguno, pero la realidad eso está por verse.
Por esta razón se dice que no es necesario llevar contabilidad. Se supone que esta facilidad es uno de los atractivos del régimen simplificado de confianza, ya que la tasa impositiva se fijara solamente según el ingreso de cada contribuyente. Además, no presentaran declaraciones informativas ni tampoco contabilidad electrónica, debido a que todo resultara de manera automática.
Para las personas morales el régimen contará con esquemas de deducción de inversiones al corto plazo. Se les permitiría la acumulación de ingresos y deducción hasta que éstos efectivamente se perciban y se paguen. Tanto para personas físicas como morales, los CFDI se subirá automáticamente a las plataformas del SAT.
En mi opinión
Desde hace años, el sistema tributario ha venido promulgando la idea de que el contribuyente en un futuro cercano no tendrá que contratar los servicios de un asesor contable o fiscal para el correcto cálculo de sus obligaciones. Sin embrago, cada propuesta que ha realizado y que se ha llevado acabo, la mayoría de las veces deja mucho que desear, tanto para los profesionistas contables como para los mismos contribuyentes que asesoran. No se ha conseguido establecer un procedimiento robusto y simple para el pago de impuestos, y con el cambio de cada sexenio esta idea parece retomarse desde cero.
El contribuyente como siempre podrá aprender por su cuenta sobre las leyes y nuevas disposiciones fiscales, como siempre, podrá también realizar todas las actividades necesarias para poder pagar sus impuestos debidamente, siempre y cuando tenga el interés, el tiempo y tolerancia a la frustración. Aun tributando en el régimen simplificado, el contribuyente tendrá que asesorarse para saber si le conviene o no, ya que cada caso es único y deberá analizarse a profundidad si en verdad existen ventajas además de lo “simplificado”. Los contadores deberán renovarse, adaptarse las nuevas disposiciones o morir en el intento.
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